miércoles, 21 de mayo de 2008

Qué Andalucismo

Por: José García Pérez

La oficialidad máxima del andalucismo oficial se encuentra preocupada. Sus miembros, Alejandro, Miguel Ángel, Luis y Diego, se han reunido en Sevilla para ver qué hacer con la escombrera construida por ellos y que da cobijo a los restos del Partido Andalucista. Son los fundadores, así se autodenominan. A la luz o a la sombra, estén o no encima del celemín, a ellos, tan sólo a ellos, corresponde fijar las bases y parámetros por donde debe caminar el PA. Quitan y ponen rey a su arbitrio. Colocaron a Julián Álvarez, desterraron a Ortega, destronan ahora a Julián y pretenden coronar a Pilar. Son coronas de ficción. Ciegos y guías de ciegos, ellos han dilapidado lo poco o mucho que consiguieron del pueblo andaluz, mostraron a los utópicos que la única realidad andalucista es la que creen ellos sin sólidos cimientos ideológicos. Desmontaron su propio grupo parlamentario, cambiaron mayorías absolutas en las ciudades de Granada y Huelva por la alcaldía de Sevilla. No fueron de derechas ni de izquierdas, o sea, no tuvieron soporte de doctrina política. La poca que creció, nació siempre de la sabiduría de José Aumente. Confundieron los mensajes. La quijada cainita anduvo siempre de mano en mano desmontando y silenciando a cualquiera que opinara por sí mismo. Fueron, pero nunca lo supieron, coágulos del andalucismo militante, del emergente soñador que creyó posible la utopía andalucista. Asesinaron políticamente a idealistas que se acercaron a las fuentes teóricas del andalucismo histórico. Persisten en su empeño, que ni siquiera saben en qué consiste. No hacen y no dejan hacer, son, pues, la antítesis del liderazgo. Sin ellos, es posible el Andalucismo. Pero cabe preguntarse: ¿qué Andalucismo? No desde luego el de la caverna medieval, el de la pequeña aldea de un nacionalismo que, por híbrido, es ramplón. Es necesario convertir en realidad lo que desea buena parte del pueblo andaluz cuando manifiesta: “nos hace falta un Partido Andaluz fuerte”. Traducir ese deseo que flota en decires del pueblo es lo que hace falta. Y en qué piensa nuestro pueblo cuando osa decir con tanta claridad su deseo. No desde luego en el PSOE-A, poderoso más que fuerte. Tampoco en el PP-A, deseoso de conseguir su micción en la alfombra andaluza. Ni siquiera en los restos de IU, coalición que lampa por sobrevivir. Pero menos, mucho menos que en el resto, el andaluz piensa en el Partido Andalucista, ya ven si no los últimos resultados. El ciudadano andaluz, dejando a un lado los pronunciamientos nacionalistas y/o separatistas de vascos y catalanes, siente envidia del cómo batallan en el día a día político por lo suyo. Observa su pelea diaria con el poder central, sea del signo que sea, por mejorar la vida económica y social de los ciudadanos de aquellos territorios, y es entonces cuando echa de menos a un grupo de hombres y mujeres que, organizadamente, sea capaz de emprender la tarea de lograr la igualdad entre los ciudadanos de arriba, léase Norte, y los de abajo, léase Andalucía. Ese Andalucismo es el que intuye necesario el pueblo para Andalucía. Si alguien es capaz de presentarlo con claridad será recibido con entusiasmo y contará con el estímulo de un voto de utilidad pública, pero andaluza. Apártense, pues, los que están en historias decimonónicas, los que persisten en conjuras, los que educadamente siguen esgrimiendo quijadas. Apártense, por favor, y dejen paso a los fabricantes de esperanza.

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